La Marcha de la Dignidad procedente de Asturias supera el
puerto de Pajares para llegar a
León, donde mañana se encuentra con las de Galicia y Laciana para
emprender viaje conjunto hacia Madrid.
No les arredró
la amenaza de temporal. Subieron el puerto de Pajares desde Puente de los
Fierros con brío. Lo coronaron al grito de «Sí se puede» y de «Asturias se
salva luchando», antes de reponer fuerzas en Busdongo. Superaron la «etapa
reina» de su camino hacia Madrid, donde llegarán con las Marchas de la Dignidad
de todo el país el día 22. ¿Subir Pajares entre la ventisca y la nieve es duro?
«No. Duro es vivir con el atropello permanente de derechos, sin trabajo y sin futuro».
La columna
asturiana que ayer coronó Pajares para arrastrar conciencias a lo largo de
León y camino de Madrid es una suma de individuos con un objetivo común tan
definido como variopintas y diversas son sus circunstancias y procedencias. No
hay siglas ni militancias, aunque apoyen la causa. No hay ideario ni final,
porque el objetivo es único, común y universal. Ciudadanos hartos dispuestos a
hacer valer (más allá de hacer oir) su voz y a defender los derechos que tras
décadas de lucha les están siendo arrebatados. No hay bandera (cada uno porta
la suya) y el mensaje es universal. «Sí se puede».
Lo corearon
ayer al coronar el puerto de Pajares, ante el abandonado parador. Se puede. Se
debe. Es necesario. Lo dice el manifiesto de la marcha, pero sobre todo lo
sostienen, cada uno a su manera, quienes han decidido poner cara (y caminata) a
la ola ciudadana que romperá el día 22 en Madrid para plantar cara a los recortes de
servicios públicos, al cercenar derechos laborales y sociales, al amenazar a
quien protesta y a lo que consideran una involución intolerable en un estado de
derechos y bienestar que sólo ha roto «por los abusos y la tolerancia con los
poderes económicos y financieros».
«Es el
hartazgo de una situación de precariedad absoluta. Yo vivo de la caridad de mi
familia». Llucía Menéndez es una investigadora universitaria, licenciada en
Filología y convertida en parada de larga duración pese a algún breve contrato
en precario. Ni puede trabajar en lo suyo ni en otra cosa. Ni siquiera seguir
formándose: «Pocos pueden acceder ya a los estudios gratuitos».
Tiene clara su
causa: «No queremos más parches, hay que cambiar las dinámicas sociales. En
todos estos años la Constitución sólo se ha modificado para permitir pagar la
deuda de los bancos, mientras la gente sigue muriéndose de hambre y de frío
víctima de este Estado». Pablo Asur añade que las víctimas llegan incluso al
suicidio, y eso está silenciándose. Trabajador y parado a tiempo parcial, su
proyecto de vida «no va más allá del día a día». Especialista en «trabajos
verticales y energías renovables», es uno más de los que se suma a la gran ola
de protesta sin suscribir siglas ni movimiento alguno. «Hay que
ir a un cambio de sistema, esto no puede continuar. Lo que hay es enfado, y
mucho miedo porque en las protestas «la represión es total, cada vez mayor».
Ambos
coinciden en que los partidos y sindicatos mayoritarios «ya no representan el
sentir del pueblo, forman parte del sistema». Y consideran que los
movimientos sociales que han ido surgiendo son «el día a día de la gente,
contra un sistema deshumanizado». Aunque prefieren mantener su condición de
«independientes» en esta marcha por los derechos y las libertades.
Los jóvenes
parados o en situación de precariedad laboral son una parte de la columna que ayer
desembarcó desde Asturias en León. Héctor Palacio, soldador de profesión y
miembro de una plataforma de parados del Nalón, es otro de los ejemplos. «La
situación es crítica. Cuando se oiga la voz de un millón de personas en
Madrid...». El tramo asturiano ha sido gratificante, salieron el sábado de La
Folguera y se manifestaron hasta Sama; en Mieres les ovacionaron y al llegar a
Pola de Lena la cosa «fue más fría. Era domingo a mediodía...».
Tienen el
ánimo alto. Y los pies todavía firmes. Incluso los más veteranos. Miguel Ángel
Fernández, «jubilado, un afortunado, vamos», forma parte de la Cumbre Social
del Nalón, que integran tres centrales sindicales y varios colectivos. También
Agustín Pascual, que pasó por Correos de León «desde Ibiza, camino de la
jubilación en Asturias». «Tenemos que dar el relevo a los jóvenes,
transmitirles nuestra experiencia. El problema afecta a todos, la sanidad, la
educación, la precariedad laboral,
la tercera edad,... Y están adoctrinándonos para la regisnación».
Publicado en Diario de León
Más información de la etapa en Asturies en Marcha
Estamos haciendo camino al andar... el camino de la dignidad, el camino de la lucha, el único camino para construir poder popular. ¡Salud compañeros!
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